Con embeleso, por su claridad de ideas, he leído una entrevista a Alberto Royo —profesor de instituto en Zaragoza y autor de la obra Contra la nueva educación (Ed. Plataforma)—, publicada por el periódico El Mundo. En ella, y según mi particular parecer, se dicen verdades como puños que siendo de puro sentido común se pudieran apreciar, dada la ola de edulcorado “buenismo” que nos invade, como disruptivas.
El 7 de febrero, el periódico La Vanguardia publicaba un artículo que llevaba por título “El auge de las empresas que miden la felicidad de sus empleados”. En él se desarrollaban las bondades de la búsqueda y medición de la felicidad evocada por la empresa en sus empleados.
A lo largo del mismo, se argumentaba la idea de que la empresa que se comprometa con la felicidad de sus colaboradores logrará, como derivada consecuente, un mayor beneficio y rentabilidad. Argumentación que, según mi parecer, debe ser contestada por equivocada y falaz.
¿Tomarías, con el ánimo de sentirte feliz, una sustancia que alienándote te mostrara todo de color de rosa? ¿Por qué la mayoría responde no?
Publicado en El Confidencial Digital el 3/12/2015.
¿Qué sustenta la imagen abajo situada, la Ilusión o el Compromiso? Cuando alguien se juega la vida por los demás cómo lo hace: ¿Ilusionado o Comprometido?
¿Por nadar como los peces en el mar eres pez? ¿Y por conducir como Hamilton, un coche Mercedes, eres Hamilton?
Publicado en El Confidencial Digital el 25/11/2015
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