De la influencia y mano del pensamiento positivo se ha incrustado en nuestra conciencia colectiva la idea de que estamos obligados a tener emociones positivas y a ser felices.

Se presenta a la ilusión o a la alegría saltarina y jocosa como sinónimas de la felicidad; como si la misma no pudiera encontrar cobijo en una mente serena y reflexiva apalancada en la satisfacción de haber cumplido lo que tenía por obligación o la paz de quien hizo todo lo posible a pesar de no haber alcanzado el logro deseado o quizás… ¡váyase a saber dónde la encuentra cada cual!