En una tribuna anterior desarrollé brevemente la idea de que el ser humano para que pueda merecer el calificativo de libre debe mostrarse como un individuo condicionado éticamente en sus decisiones a la vez que disciplinado en sus ejecuciones.  Decidir y ejecutar no son formas verbales sinónimas. Como consecuencia, que una persona se muestre libre  no depende tanto de la cantidad de opciones de que disponga  como de su capacidad de elegir bien; es decir, con criterios éticos.