El mundo anglosajón, y de la mano del verbo to lead: guiar, dirigir, conducir, de forma recurrente nos sitúa frente al espejo de personalidades arrolladoras que en la eficacia de su desempeño merecen la consideración de líderes.

El discurrir de la historia, cuando el resultado de sus acciones queda desnudo de toda influencia turbadora,  permite acotar con mayor precisión y fineza el impacto que  para la humanidad supuso su existencia.