Por fin ha quedado resuelto el misterio sobre el que versaba la campaña que, soportada en vallas publicitarias, presentaba a unos extranjeros “hartos de los españoles”. La respuesta, previa demora temporal encaminada a provocar al personal, no era otra que presentar el fastidio evocado en el resto de ciudadanos del mundo por tener que habérselas de forma habitual con  españoles que por condición tenían -y tienen- la de ser más talentosos.