En infinidad de ocasiones se nos presenta a la felicidad como el bien más anhelado. Cuántas veces en la pareja, y con ocasión de una conversación marcadamente intimista, uno de sus miembros -la mayoría de las veces mujer- se encuentra con el enunciado plañidero de una frase mágica que le restriega por la cara: «si yo solamente quiero ser feliz».









