El reciente fallecimiento de Nelson Mandela ha dado lugar a todo tipo de crónicas y análisis sobre su figura. En este caso me referiré a la naturaleza de su liderazgo.
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En particular me refiero al tibio de ánimo, de condición, a aquel tipo de persona o institución que vive instalada en lo conveniente, en el qué dirán, en el puro cálculo y utilitarismo. La tibieza, como subproducto del relativismo moral que es, encuentra aunque sea en clave de humor, en GROUCHO MARX y en sus principios -más bien la falta de ellos- un referente ciertamente esclarecedor. Estos son mis principios; si no le gustan, tengo otros.
Una trayectoria directiva sostenida por el éxito puede alimentar una ceguera emocional directamente relacionada con su período de duración. ¡Cuántas veces un error reconocido es la mejor de las medicinas! Tomar conciencia de nuestras deficiencias directivas -puntos ciegos- es una de las primeras, y más necesarias, prioridades con relación a afinar nuestro estilo de dirección.
Muchas veces el éxito no hace sino reafirmar en el individuo la idea de que su estrategia personal es la mejor y más adecuada.
No hace demasiado tiempo en una ponencia sobre liderazgo, impartida por dos -se supone- expertos, ante la típica pregunta sobre si el líder nace o se hace, ambos al unísono afirmaron: el líder se hace.
Cuando Antonio, tras años de duro trabajo y experiencia, fue nombrado supervisor en la cadena de montaje de su planta en Sabadell sintió la alegría propia de quien es reconocido en su desempeño. ¡Por fin! Exclamó para sí. Pero horas más tarde, una vez superada su alegría inicial, tomó plena conciencia del desafío al que debía enfrentarse, ¿debería adoptar pose de jefe o, por el contrario, demostrar que seguía siendo uno más como hasta ahora?
Muchos son los cursos, seminarios y jornadas que giran en torno al concepto liderazgo. Cuántas veces un individuo que tiene por condición laboral la de directivo, nos anuncia con un falso desapego que ha realizado un seminario de liderazgo. Tal parece que, enfrentado a una serie de ritos iniciáticos, ha quedado imbuido de un halo mágico que transforma lo que hasta ese momento tenía la consideración de instrucciones, órdenes, o recomendaciones, en actos de liderazgo.
Muchos y diarios son los enfrentamientos que se libran en el seno de cualquier organización en aras a conseguir posiciones de mayor poder y dominio. Resulta una constante, ajena a cualquier tipo de institución, que tanto la política como el mundo empresarial, militar o eclesiástico se vean sometidos a las mismas tensiones e intrigas.
Hace más de cuarenta años que se cruzó en mi camino la persona que, quizás, haya influido más en mi vida, se llamaba Andreu Collell i Sala, era uno de mis profesores. El impacto que supuso su figura, para todos los que tuvimos la inmensa suerte de disfrutarla, fue imborrable. Es, junto con mi padre, a la única persona que, habiendo tratado y conocido, le entregaría de forma inapelable el calificativo de líder.
Los divulgadores (ponentes, escritores , etc.) del Liderazgo, en su búsqueda constante de referentes para inspirar a otros a través de ejemplos impactantes, han encontrado un filón en el entrenador del F.C.Barcelona, Josep Guardiola.
Enunciados tales como las mujeres son… los hombres son… los directivos son… en realidad nos enfrentan a estereotipos que con carácter general no se ajustan a la naturaleza humana, si hay algo que singulariza a la persona por encima de cualquier otra consideración es el ejercicio de su libertad, esto es la capacidad de elegir y elegir libremente tanto en el camino que desea recorrer como el sentido que quiere dar a su vida.